LUIS ENRIQUE: MÁS ALLÁ DEL RESULTADO. EL PROPÓSITO DEL SEGUNDO TIEMPO.

París. Oficina del PSG. No hay flashes ni entrevistas. Solo dos sillas, una mesa con café amargo, una libreta abierta y dos personas que no necesitan llenar silencios.Luis Enrique, entrenador, exfutbolista, competidor nato, pero sobre todo, hombre de decisiones profundas, se encuentra con Osvaldo Salvadores, para una conversación sin maquillaje.

Este no es un repaso de carrera ni una crónica deportiva. Es una exploración real sobre lo que viene cuando ya no alcanza con ganar. Sobre cómo resignificar una vida intensa, pública y vertiginosa. Y cómo liderar desde la experiencia sin disolverse en la nostalgia ni perder el hambre de impacto.

REUNIÓN DE TRABAJO CON OSVALDO SALVADORES

OS: Luis, gracias por abrir este espacio. No vengo a hacerte un homenaje, vengo a plantearte un desafío. El de pensar tu vida más allá del campo, del banco, de los títulos. ¿Estás para eso?

LE: Lo necesito. No soy de mirar mucho para atrás, pero sí de proyectar con claridad. Ya no me interesa solo ganar. Quiero saber qué sigue sin repetir lo mismo con otra camiseta.

OS: ¿Sentís que la etapa como entrenador top está llegando a su pico?

LE: No sé si al final, pero sí a un punto de saturación. Me gusta competir, liderar, construir equipos... pero me encuentro cada vez más preguntándome si este contexto es el mejor canal para lo que quiero dejar. El entorno se ha convertido en una máquina de ruido. Yo estoy buscando silencio interior para decidir mejor.

OS: Eso que decís tiene mucho valor. En un sistema que te exige estar siempre haciendo, parar a sentir, a discernir, se vuelve subversivo. ¿Qué te está diciendo esa voz interna?

LE: Me dice que sigo siendo útil, pero de otra forma. Que puedo aportar más desde la formación que desde la dirección. Que hay una generación que necesita líderes que no estén contaminados por el personaje. Me costó mucho construir autoridad sin vender humo. Pero ahora quiero ayudar a otros a que no tengan que desarmarse para lograrlo.

OS: Esa es una clave. El Segundo Tiempo no es bajarse de la escena. Es elegir otro rol. No desde el ego, sino desde la contribución.

LE: Exacto. Hoy tengo más herramientas que cuando dirigía al Barça. Más calma, más perspectiva. Incluso más empatía. Yo antes era muy cortante, muy duro; y aunque esa intensidad me definió, también dejaba heridas. Ahora aprendí a liderar sin necesidad de gritar. A dejar espacio.

OS: ¿Y cómo ves la idea de armar un proyecto desde esa experiencia? Algo que no tenga que ver con el ritmo frenético del fútbol de elite, pero que siga formando líderes. ¿Te lo imaginas?

LE: Lo estoy pensando en serio. Una especie de centro de formación integral, no solo de entrenadores; de líderes. Con pilares de psicología, gestión emocional, comunicación, ética. Donde se hable de la frustración, del fracaso, de las renuncias. No quiero un campus de marketing personal. Quiero un espacio de verdad.

OS: Hablás como alguien que está migrando del hacer al ser. ¿Cómo manejas esa transición interna? Porque hay una parte del ego que se resiste a dejar de ser “el entrenador de élite”.

LE: Claro que cuesta. El ego está siempre ahí, pero yo ya lo enfrenté varias veces. Cuando me fui del Madrid para buscar mi identidad, cuando dejé el fútbol con 34, cuando elegí volver a la Selección después del golpe más duro de mi vida… Cada vez me reconstruí desde otro lugar, y eso me dio libertad. Lo único que me ata hoy es la coherencia.

OS: ¿Y si te digo que este momento de tu vida no es un cierre, sino un punto de inflexión para algo más profundo?

LE: Lo creo. No quiero repetir la misma historia en diferentes clubes. Quiero escribir un nuevo capítulo. Uno donde la exigencia no esté en los resultados, sino en el impacto real que dejo en otros. Me interesa la formación de formadores y también me interesa hablar de lo que nadie habla: del miedo al retiro, de la pérdida de sentido, del silencio cuando se apagan los himnos.

OS: Del Segundo Tiempo... Luis, lo que estás diciendo tiene un peso tremendo, porque viene de alguien que no necesita demostrar nada. Y ese es el mejor lugar para construir algo duradero. ¿Te ves diseñando ese espacio con un equipo multidisciplinario? Psicólogos, exdeportistas, pedagogos…

LE: Sí, totalmente y quiero hacerlo con mi sello. Sin maquillaje, sin frases hechas. Con trabajo serio, con criterio. Ya me he equivocado bastante como para poder enseñar algo real; y si voy a poner mi nombre en algo, tiene que ser auténtico.

OS: Hay una idea que uso mucho con los deportistas retirados: “el pasado no se borra, pero no te define”. Creo que aplica también para los entrenadores. Si mañana dejas el PSG, ¿te asusta ese vacío?

LE: Ya no. Lo habría hecho hace cinco años, pero ahora no. Hoy sé que el valor no está en el cargo, sino en lo que sos capaz de generar con tu historia, y si ese valor lo podes traducir en acción, no hay vacío. Hay oportunidad.

OS: ¿Querés que empecemos a trabajar ese proyecto? Darle forma real, con objetivos, tiempos, estructura.

LE: Sí. Y quiero hacerlo sin vender humo. Esto no es un “nuevo emprendimiento”, es una causa, una forma de devolver lo que el deporte me dio, pero también de reformular lo que no me dio. Quiero que otros puedan atravesar su carrera con más herramientas que las que yo tuve.

OS: Entonces empecemos. Esto no es una despedida del fútbol. Es una declaración de principios para el juego que sigue.

LE: Lo dijiste perfecto. Es otro partido y tengo energía para jugarlo.

OS: El Segundo Tiempo ha comenzado; y esta vez, no hay árbitro; solo conciencia, decisión y propósito.

@2tsegundotiempo