Al iniciarse un proyecto siempre tenemos un objetivo a lograr.
Con nosotros conduciendo el barco, o con un responsable que lo haga y nosotros dentro del mismo.
Necesitamos ideas.
Necesitamos seguir aprendiendo para analizar y poder tomar decisiones.
Podemos preguntarnos: ¿para qué nos hemos preparado?
¿Cuáles son los conocimientos o habilidades que hemos adquirido para lo que viene?
¿Cuáles son los valores de la vida que hemos internalizado?
Tener una excelente posición económica-financiera no nos va a salvar.
Seguramente nos puede confundir haciéndonos creer que estamos “tranquilos” para lo que sigue pero, cuando nos despertemos mañana y la rutina ya no sea la misma y estemos esperando que nuestra pareja nos invite a ir al supermercado, o a ir a buscar a los chicos al Colegio; quizás creeremos que no vamos a tener un desafío muy interesante.
Claramente no nos referimos a que no haya que ir a hacer las compras, o ir a buscar a los chicos a la escuela; nos preguntamos si esa es la actividad más desafiante que tenemos para realizar en todo el día.
Nos despertamos, nos lavamos los dientes y hasta el otro día “no hay agenda”.
Los últimos años han transcurrido en el Titanic.
Un camarote de lujo, en el mejor sector del barco, pero se hunde.
En realidad el barco sigue su camino pero a nosotros nos hacen bajar de la nave. Ese viaje finalizó.
Tu presente es brillante, pero el barco sigue su rumbo.
Hoy sos “el ídolo” pero si no te preparas para lo que viene se complica. Hay que convencerse que existen los ciclos de la vida y estos van transcurriendo. Se cumplen inexorablemente.
Por el deporte profesional han pasado grandes jugadores, grandes personajes, grandes referentes y a varios les han brindado opciones para que “sigan con sus éxitos”.
Muchos “hijos pródigos” que al poco tiempo del retiro, se convierten en “grandes olvidados”.
Sería un error muy grande y de mucha soberbia creer que no puede ocurrir esa circunstancia.
Eso es no haber analizado ni aprendido nada. El tiempo pasa para todos y nosotros debemos reinventarnos y esto de "tener un proyecto", es una buena forma de cuidarnos.
Al salir de la cancha perdemos ese lugar y debemos ganar otro.
Tenemos esa opción, sin lugar a dudas; ya no nos van a pedir los goles que hacíamos, van a exigir, como siempre, nuevos goles pero desde un lugar diferente donde tengamos la responsabilidad de ofrecerlos. Nos va a cambiar la realidad y el contexto.
Muchos de los nuevos fanáticos, en unos años, posiblemente, no nos van a haber visto actuar, ni jugar y sólo quedará el recuerdo y “la leyenda”.
Estamos obligados a agregar valor y seguir desarrollando nuestros talentos hasta el máximo de nuestro potencial; y para ese objetivo, nos tenemos que preparar con mucha actitud y pasión. Encarar el proceso.
Si alguien cree que “afuera nos están esperando” estamos en un gran error conceptual. Todo funciona con nosotros o sin nosotros.
En el campo profesional no existen imprescindibles.
Nadie nos está esperando.
Si decidimos tener un proyecto podremos aportar siempre.
Nuestro valor agregado puede ser importante, sobre todo para nuestro proyecto de vida. Si la decisión es diferente, más temprano que tarde, nos iremos con la próxima ola.
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