THE BEATLES - CÓMO SE SOSTIENE LA MAGIA CUANDO CAMBIAN LOS ESCENARIOS
- Enrique Portnoy
- Aug 15
- 6 min read

Osvaldo Salvadores nos invita a compartir una consulta memorable, con un diálogo lleno de matices: arte, fracaso, aprendizaje, creatividad, vínculos, egos y también evolución individual y grupal. Siendo un observador agudo, hace las preguntas que permiten que cada uno de los Beatles se abra desde su esencia, respetando su personalidad:
John: provocador, idealista, a veces irónico, con fuerte inclinación hacia lo filosófico y lo existencial.
Paul: diplomático, armonioso, pragmático, melódico y cuidadoso de los vínculos.
George: introspectivo, espiritual, profundo, algo reservado pero con pensamientos muy lúcidos.
Ringo sencillo, terrenal, observador, con humor natural y mucha conexión emocional con el grupo.
REUNIÓN DE TRABAJO CON OSVALDO SALVADORES
OS: Gracias por recibirme. Sé que esto no es común. Pero justamente por eso estoy aquí. Me interesa explorar cómo se reinventa una banda que cambió la historia. Cómo se reinventa cada uno… después de haber sido parte de algo tan grande.
Así que la pregunta que me gustaría poner sobre la mesa es:
¿Cómo se sostiene la magia… cuando cambian los escenarios?
JL: (sonriendo con cierta ironía) Bueno, primero aceptando que la magia también se cansa. No somos los mismos que en Hamburgo ni los del Ed Sullivan Show. La reinvención empieza cuando dejas de fingir que seguís siendo quien fuiste.
PM: Sí, pero también creo que hay una parte de esa magia que vive en la química entre nosotros. Eso no muere… cambia de forma. Se convierte en otra cosa. En mi caso, la música siempre fue el puente. Componer me ayudó a reencontrarme cada vez que el mundo cambiaba alrededor mío.
OS: ¿Y qué pasa con ese rechazo inicial que vivieron? ¿Decca diciéndoles que “los grupos de guitarras están pasados de moda”? ¿Qué dejaron atrás en ese momento que les permitió seguir… y no quebrarse?
GH: Quizás dejamos atrás la necesidad de que nos entiendan, o de que nos aprueben. Lo importante fue que nosotros sí creíamos. Cada uno a su manera, pero sabíamos que había algo. A veces el rechazo es un regalo disfrazado: te obliga a mirar hacia adentro.
RS: Y también nos teníamos el uno al otro. Eso no es menor. La risa, los ensayos, el despelote. Cuando uno dudaba, otro empujaba. Y bueno, si no te abre la puerta Decca, la empujas vos… o entras por la ventana.
OS: ¿Y cómo fue pasar de ser “los Beatles” a ser John, Paul, George, Ringo… solos? ¿Dolió? ¿Liberó?
JL: Un poco de todo. Es como dejar tu ciudad natal. Llevas el acento por dentro, pero necesitas irte para crecer. Yo tenía cosas que decir que no cabían en la banda, pero sin lo que fuimos, yo no habría llegado a donde fui.
PM: A mí me costó soltar. La banda era mi casa. Pero entendí que, si no la dejábamos ir, se volvía jaula. La reconversión, el Segundo Tiempo, al final, es eso: saber cuándo cerrar una puerta… y cuándo abrir una nueva.
OS: El ego… esa energía tan poderosa como peligrosa. ¿Cómo lo manejaron ustedes en el corazón de la fama, cuando las luces estaban más sobre cada uno que sobre el grupo? ¿Qué aprendieron del ego en su camino de reconversión?
JL: El ego, no tengo ninguna duda, es un animal salvaje. Si no lo alimentas bien, te devora. Durante años creí que tenía que demostrar algo. Que tenía que pelear por ser escuchado; pero la reconversión real empezó cuando dejé de competir… incluso conmigo mismo.
PM: Yo lo viví distinto. Mi ego fue un motor, no un monstruo… al menos durante un tiempo. Me ayudó a seguir escribiendo, a buscar nuevas formas, pero también me di cuenta de que el ego necesita estructura. Si no le pones propósito, se desborda.
GH: Y a veces el ego no grita… susurra. En mi caso, me escondía detrás de la guitarra, pero por dentro, sentía que no me daban espacio. Mi reconversión vino cuando dejé de pedir permiso para mostrar lo que tenía para decir.
RS: Yo siempre fui el más simple de todos. Tocaba la batería y trataba de que no se cayera el mundo; pero claro… incluso ahí, el ego aparece. ¿Quién soy yo si no hay banda? ¿Qué valgo solo? Me lo pregunté muchas veces. Y encontré la respuesta en la gente, en seguir tocando sin necesidad de ser el centro.
OS: Me conmueve escuchar eso. Porque muchas personas creen que la reconversión tiene que ver con cambiar de actividad, y no siempre es así. A veces se trata de cambiar de mirada. Déjenme ir un poco más allá… ¿Qué parte de ustedes se resignificó más después de los Beatles?
JL: Mi voz. No la que usaba para cantar… la que usaba para decir lo que sentía. Como solista, pude hablar de paz, de miedo, de amor, de mí. Y no como un Beatle, sino como un tipo que estaba aprendiendo a ser humano.
PM: Mi capacidad de crear sin red. En los Beatles había un sistema, un colchón, después, todo dependía de mí. Me obligó a crecer, a confiar. A veces me salió bien… otras, no tanto. Pero aprendí a abrazar el error como parte del oficio.
GH: Mi espiritualidad. La música me llevó a la India, pero fue el silencio lo que me enseñó más. Descubrí que la reconversión también puede ser hacia adentro. No todo tiene que brillar para ser valioso.
RS: Mi alegría. Porque después de todo, lo que más me importa es disfrutar. Toqué con muchos músicos, recorrí el mundo… pero lo que me hizo sentir reconectado con mi propósito fue volver a divertirme. Aunque ya no fuera en estadios.
OS: A veces, lo más revolucionario no es romper con lo anterior… sino saber continuar con lo esencial, y eso, me parece, es lo que ustedes han hecho; no solo como artistas, sino como hombres en constante reconversión.
Hablamos de ego, de creatividad, de búsqueda interior… Pero hay algo que no podemos evitar: el personaje público. Ese que la gente ve, aplaude, proyecta. ¿Qué hicieron con ese personaje cuando sintieron que ya no eran él? ¿Tuvieron que dejarlo morir?
JL: Sí. Y fue doloroso. Porque ese personaje me protegía… pero también me ahogaba. Yo era John Lennon “el Beatle”, “el rebelde”, “el genio”, “el polémico”… pero ¿dónde estaba el John que solo quería abrazar a su hijo o mirar el cielo? Dejar morir al personaje fue el primer acto de libertad real.
PM: Para mí no fue tan abrupto. El personaje se fue transformando. A veces, me costó saber si la gente amaba al Beatle… o a mí; pero aprendí a reconciliarme con eso. El legado del personaje puede ser una herramienta si vos elegís cómo usarla.
GH: El personaje fue una sombra larga. Pero también fue una puerta. A veces me sentía como el Beatle invisible, y eso me dolía. Pero un día entendí que el personaje no desaparece… se integra. Hoy soy George con todo lo vivido, sin tener que explicarlo.
RS: A mí me siguen preguntando por los Beatles en cada entrevista. ¡Y está bien! Pero aprendí a poner límites. El personaje puede caminar al lado tuyo, siempre que no te tire del brazo todo el tiempo.
OS: Y en este camino… ¿qué lugar ocupan los vínculos? ¿La amistad real, no la de las portadas? ¿Cómo se sostiene uno cuando ya no hay giras ni fans, sino días largos y silencios incómodos?
PM: El vínculo con los otros… y con uno mismo. Aprendí que el éxito compartido nos salvó más de una vez. Cuando uno caía, otro lo levantaba. La soledad posterior fue dura. Pero también nos enseñó a elegir con quién queremos seguir caminando.
JL: Mi esposa fue mi refugio. Pero también fue mi espejo. Los vínculos verdaderos no te aplauden, te confrontan. Sin ella, no hubiera llegado a mi última versión, tal vez más sencilla, pero más honesta.
GH: Yo encontré refugio en el silencio… pero también en la música de otros. Colaborar, escuchar, compartir sin competir. Eso me sostuvo cuando el mundo ya no gritaba mi nombre.
RS: Y en los nietos, en los amigos, en los músicos que aún me llaman. La risa sigue siendo mi lenguaje favorito; y ese no necesita escenario.
OS: Quisiera terminar con una pregunta simbólica. Si pudieran volver a ese momento en que Decca los rechazó, cuando les dijeron que no tenían futuro en la música… ¿qué le dirían hoy a ese joven que aún no era un Beatle?
JL: “Sonreí. Todavía no sabes todo lo que vas a romper… y todo lo que vas a construir.”
PM: “Seguí tocando. No lo hagas para gustarles… hacelo porque no podrías vivir sin hacerlo.”
GH: “Confiá. Vas a tardar en encontrar tu voz… pero cuando aparezca, va a valer la pena cada segundo.”
RS: “Divertite. El viaje es más raro de lo que pensas. Y mucho, mucho más hermoso.”
OS: Gracias, de corazón; no solo por esta charla… sino por haber dejado pistas en cada canción. Para todos los que, como ustedes, intentamos reconvertirnos sin perder lo esencial.
@2tsegundotiempo

Comments