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  • Writer's pictureEnrique Portnoy

LA CANCHA MARCADA



En el cine o en el teatro, entramos a escena y tenemos definido el rol que debemos cumplir.

Tu papel: el “galán de la película”.

En el deporte, entramos en la cancha y la función a cumplir, está establecida.

Tu papel: jugar de marcador de punta o de centro delantero, entre los centrales.

Sos el pivote del equipo, en el quinteto del básquet.

Jugas de doble función en el sexteto del equipo de voley.

O en el organigrama de la empresa, sos el “jefe de producción”, una función específica con metas y plazos a obtener.

En todos los casos “un objetivo a cumplir, determinado para gestionar”. Exigido siempre a jugar duro y siempre evaluado por terceros.

Yendo al límite en el cumplimiento de la función. Con metas, tiempos, definiciones y restricciones.

Papeles de mayor o menor preponderancia, siempre bajo la dirección de “otro que decide”. Siempre condicionados…

La cancha marcada.

Dentro de fronteras que no podemos cruzar, ni saltearnos.

No vamos a permanecer “por siempre” en ese lugar, a pesar que lo queramos; a pesar de todo… En algún momento dejaremos de ser protagonistas activos en esos escenarios.


Llegado el Segundo Tiempo el escenario y el horizonte pueden cambiar para mejor. Dependerá de nosotros.

Hagamos el esfuerzo que hagamos, debemos encontrar nuestro lugar en el nuevo espacio; investigando “dónde nos sentimos plenos”.

Se inicia otra etapa de la vida para la cual debemos estar preparados.

Ahora NO hay escenario determinado. No hay guion como en las películas, ni reglamento de juego, ni tiempos establecidos para el partido. Hay que seguir jugando.

Es la vida y, claramente, es diferente.


La “cancha” de nuestro nuevo día a día no tiene límites. No está marcada y nos encuentra con experiencia que podemos capitalizar.

Tenemos en el horizonte un partido nuevo que “no se termina tan rápidamente” y para el cual tenemos que continuar “transpirando la camiseta”.

La vida no se termina con ese final del ciclo. Se termina una etapa para encarar el desafío que se presenta contra uno mismo.

Viejos para esa vida profesional y jóvenes para lo que sigue.


¿Ahora, queremos ser “jugadores de toda la cancha”?

En una especie de “me pongo mi propio equipo al hombro”, tengo la obligación de hacerme cargo de mi vida y prepararme para lo que viene; es mi propio desafío.

Termina un campeonato y comienza otro, seguramente mucho más relevante y más largo en el tiempo.

Ahora la cancha la marcamos nosotros.

No hay más límites que los que nosotros nos ponemos. Actitud, conocimientos y habilidades; aprovechando la experiencia para encarar lo que viene y aceptando el desafío, es construirnos como personas y como profesionales de la vida; planteado inteligentemente el objetivo que nos permita seguir disfrutando. Parando la pelota y con el futuro sobre la mesa.





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