EL FĂTBOL ARGENTINO DESTRUYE A SUS JUGADORES: LA CARNE DEL SISTEMA
- Enrique Portnoy
- 29 minutes ago
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Toda industria revela su ética en cómo trata a su gente.
El fĂștbol argentino tambiĂ©n. Y lo que muestra es incĂłmodo.
Dirigentes que administran intereses paralelos al deporte. Clubes que funcionan en estado permanente de urgencia. Una asociaciĂłn que se comporta como monopolio polĂtico.Y, en el centro de todo, el actor mĂĄs vulnerado: el futbolista, la materia prima, la mercancĂa, la variable de ajuste.
Reiterando uno de los conceptos de nuestra nota anterior; Jonathan Wilson lo definió hace mås de una década, y sigue vigente:
âEl jugador argentino ha sido histĂłricamente una variable de ajuste, no un sujetoâ (1)
El futbolista es la "mercancĂa". En el fĂștbol argentino, el jugador no es una persona con trayectoria: es un activo financiero.
Se lo presta para cerrar balances. Se lo vende para sostener campañas. Se lo rota para saldar favores. Se lo exprime al lĂmite para maximizar valorizaciĂłn.
Las trayectorias deportivas se vuelven absurdas: cuatro clubes en tres años, prĂ©stamos consecutivos, decisiones tomadas segĂșn lo que necesita la instituciĂłn, nunca segĂșn lo que necesita la carrera del deportista.
Castrilli lo resume sin anestesia, reiterando nuevamente lo dicho:
âEl jugador es el Ășnico que no tiene poderâ (1)
Los futbolistas son los Ășnicos que ponen el cuerpo: lesiones, presiones, exposiciĂłn, crisis identitarias, exigencias desde los 12 años y desapariciĂłn del sistema a los 34... Se desgasta y se descarta... Cuando se retiran, el fĂștbol los suelta. No hay Segundo Tiempo desde esa propuesta, ni desde la formaciĂłn; "te uso, te tiro y ya estĂĄ".
Simple: al sistema no le importa el jugador; le importa el negocio.
Es un modelo de organizaciĂłn que se niega a crecer, no le interesa aprender, ni mejorar, ni "el producto" que le permite sostenerse.
En cualquier organizaciĂłn seria, desde Google hasta una PyME, existe un concepto bĂĄsico: una instituciĂłn que no desarrolla a su gente, se destruye a sĂ misma.
El fĂștbol argentino ignora ese principio. Funciona exactamente al revĂ©s:
âą No invierte en el crecimiento de los jugadores.
âą No fomenta aprendizajes fuera de la cancha.
âą No proyecta reconversiĂłn profesional.
⹠No acompaña el bienestar emocional.
âą No construye carreras sostenibles.
Es un modelo predador y lo mĂĄs grave: es un modelo antiguo.
Hay un punto donde la metĂĄfora se vuelve literal: los jugadores son la carne del sistema.
Los exprimen mientras sirven. Los descartan cuando no, y todo gira alrededor de ellos, excepto lo que mĂĄs importa: su vida.
Llega el momento del retiro y no hay representantes, no hay cåmaras, no hay dirigentes, no hay amigos, no hay hinchas. No hay Segundo Tiempo... Solo queda un silencio brutal: ¿y ahora qué?
Esa pregunta, tan humana, tan real, es la que el sistema nunca preparĂł para responder y nunca le interesĂł.
Queremos ser una alternativa, para los futbolistas y los deportistas profesionales, acompañando en el Segundo Tiempo. En nuestro espacio logramos hacerlo.
No desde el asistencialismo, no desde la victimizaciĂłn; sino desde la autonomĂa, el aprendizaje desarrollando la alternativa de ser un Profesional de la Vida.
No es âsalvar"a nadie, es brindarles lo que el sistema nunca les ofreciĂł: un futuro profesional.
El fĂștbol argentino necesita reformular su idea de organizaciĂłn. El dĂa que entienda que sin personas no hay deporte, que sin desarrollo no hay sostenibilidad, que sin jugadores no hay industria, ese dĂa el sistema serĂĄ mejor.
Nuestra tarea es clara: cuidar al Ășnico ser humano que importa en este espectĂĄculo y que, paradĂłjicamente, es el Ășnico al que nadie cuida. Por eso existe Segundo Tiempo.
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