CONSULTORIO DE SEGUNDO TIEMPO - PRÓLOGO DIEGO VALERI
- Enrique Portnoy
- 14 minutes ago
- 2 min read

Me han hablado de Osvaldo Salvadores. Quisiera conocerlo en persona, darle la mano, un abrazo, o al menos una vez por semana conversar con él de fútbol y de la vida. ¿De qué más hablaríamos? Si esas dos cosas son todo para nosotros. Buscar sombra en algún café, una tarde de primavera, solo para disfrutar del festín de una charla y para que, en el ida y vuelta, las inquietudes del futuro y todo el vacío que dejó el pasado se afiancen en sus frases y en los colores de una nueva tarde.
Me han dicho que Osvaldo Salvadores es un dibujo animado. Yo no lo creo. Sé que algún día me lo voy a cruzar. Mi desconfianza no se debe a la nitidez increíble de la Inteligencia Artificial, sino a que muchas veces una palabra, un cuento, una entrevista o un dibujo pueden tener verdad en su mensaje. Al final, eso es lo humanizante: hacer mejor al mundo y a las personas.
Me contaron que Osvaldo Salvadores ayuda a pensarnos más allá del “ser” futbolista, aunque nos parezca imposible. Dicen que enseña a planificar, a liderar nuevos proyectos, a entender cómo emprenderlos y así poder sostener en el tiempo nuestras empresas. Comparte sabiduría, escucha a sus entrevistados, analiza. Las paredes de su oficina están vestidas de diversos diplomas; lleva el corazón humilde de aprendiz y la chomba de Segundo Tiempo como bandera.
Dicen que la oficina de Osvaldo Salvadores es un consultorio, aunque él no es médico clínico, ni cirujano, ni dentista, ni psicólogo; por suerte. ¿Qué es entonces? Pregunté. “Un aliado”, me respondieron. Me gustaría revolver entre sus libros y así comprender la dedicación, el tiempo y las experiencias que implica ser como él: un verdadero profesor. Así como la amistad con el juego nos permite conocer el mundo y el fútbol —sobre todo a aquellos que tuvimos la dicha de llegar a ser futbolistas profesionales— una relación amical o profesional con la persona correcta puede iluminarnos el camino ante la oscuridad del escenario cuando se baja el telón.
Osvaldo Salvadores es una realidad luminosa y virtual. Una realidad, al fin. Tan real como que todo futbolista retirado debe rehacer su vida a los cuarenta años. Reencontrarse con uno mismo en la jugada que viene. Al menos intentarlo. Cuanto antes, mejor. Créanme: no hay peor sensación post partido que el no haberlo intentado. Ya saben que el fútbol es generoso, pero que en ocasiones jamás vuelve a dar oportunidades. Cuando salimos del ahogo que causa el ambiente de la alta competencia, necesitamos un salvavidas que nos dé aire y nos permita ver el mar en el que tenemos que jugar este nuevo partido.
Ahora, el Segundo Tiempo no tiene cuarenta y cinco minutos. Gracias a Dios. Se puede volver a jugar una y otra vez. El resultado será una consecuencia, pero debemos entrenarnos. Cuantas veces sea necesario tenemos que preguntar: ¿Y ahora qué? ¿Ahora qué sigue, Enrique? Perdón. ¿Ahora qué sigue, Osvaldo?
DIEGO VALERI

Comments