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  • Writer's pictureEnrique Portnoy

APROBAME, POR FAVOR, ¡APROBAME!



¿A cuántos exámenes nos podemos enfrentar y solicitar a quienes nos evalúan, que nos aprueben?

Es el Doctor en medicina que no puede operar si no sabe.

Es el Ingeniero en construcciones al que no se le puede caer un edificio.

Es el gerente de ventas que no puede permitirse que su equipo no trabaje coordinado y no consiga las metas de venta.

Es el Director Técnico al que no le van a aceptar que el equipo no funcione por sus propias limitaciones y su mal manejo.


¿Podemos pensar que la constante será “que alguien nos ayude”?

Puede pasar…

¿Cuántas oportunidades podremos obtener y desaprovechar?

Si aprendemos, excelente. Si no aprendemos, nos acercamos al fracaso…


Se presenta “la oportunidad” u oportunidades y debemos demostrar y demostrarnos todo lo que podemos brindar. Son los exámenes para seguir creciendo en la carrera que elijamos.

Llegamos a la mesa de evaluación y no podemos pedirle al profesor que no nos aplace… Quizás puede pasar una vez. No puede pasar siempre.


Los clientes no nos van a seguir comprando.

El gerente no nos va a sostener en el puesto relevante, si no cumplimos.

Los fanáticos no van a permitir que el exjugador-ídolo ocupe un lugar en el cuerpo técnico si no aporta al equipo y no se gana.

Siempre habrá alguien que nos va a examinar y, en algún momento, “no nos va a dejar pasar” si no rendimos como la expectativa lo amerita.

La exigencia debe comenzar en nosotros.

Creer que sabemos todo, nos acerca al error. Con el “dale, dale…”, no alcanza.


Situaciones de la vida profesional que nos exponen a un futuro lleno de preguntas…

Preguntas que tienen una sola respuesta: Así no es.

Causalidad, proactividad, dedicación y esfuerzo, conocimientos y habilidades, actitud, capitalización de experiencias…

No podemos vivir permanentemente pidiendo que: por favor “nos aprueben”.


Tengamos una vida significativa. Hagámonos cargo de nuestro Segundo Tiempo.




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