¡Soy el mejor vendedor de toda la empresa!
¡Soy el mejor alumno de toda la clase!
¡Soy el mejor goleador de la historia del Club!
¡Soy la estrella del campeonato!
¿En serio sos el mejor?
¿Sinceramente pensás que no podés fallar?
¿Realmente te preparaste para lo que sigue?
¿Tenés un proyecto para seguir creciendo?
¿Crees que existe la pastilla mágica que te va a permitir seguir en el podio?
Porque la realidad es que la vida siempre sigue para adelante y todo se modifica en forma permanente, todo cambia y cambia.
Tenemos que estar atentos y preparados.
Necesitamos tomar decisiones en contextos no tan transparentes y esa situación nos obliga a entender y sacarse la coraza del campeón... quizás no seamos tan exitosos.
Abracemos la incertidumbre. Sigamos trabajando en el proyecto de nuestra vida.
La experiencia sirve para respaldarnos, pero no alcanza.
El haber sido “el mejor” nos brinda un punto de partida para lo que viene.
Si creemos que con estas condiciones alcanza, estamos complicados.
Necesitamos desarrollar talentos. Requerimos de la inspiración, rodeándonos de “buenas conexiones” y estímulos que colaboren a seguir desarrollándonos.
Dedicación y esfuerzo para enfocarnos.
Abrir espacios para desarrollar ideas.
No quedarnos en la situación actual. Cultivar la curiosidad.
No perder el rumbo y aprovechar las oportunidades.
Teniendo la capacidad de dar sentido al conocimiento que hemos acumulado y con la mira puesta en distinguir lo qué es relevante y lo que no lo es.
Pensar. Evaluar.
Equivocarnos para seguir aprendiendo y volver a levantarnos después de cada caída.
Siendo inteligentes, dando sentido a lo que encaramos. Estableciendo relaciones positivas. Comprender el entorno y sus desafíos, pensando respuestas y soluciones. Eligiendo una alternativa que nos permita avanzar en la toma de decisiones y en la implementación.
Nadie toma decisiones apoyándose solamente en lo emocional. Lo racional, sin dudas, tiene un peso fundamental. Lo tenemos que evaluar. Superando los miedos.
El "más exitoso" no es la persona a la que “creemos” le va siempre bien. La función continúa y hay que seguir haciéndose cargo.
En el partido del debut, en las primeras experiencias empresariales, en el juego, en el amor, en la aventura que decidamos emprender, quizás, sea mejor no ganar y aprender.
Si no somos equilibrados e inteligentes, podemos confundirnos y creer que siempre será así, que siempre vamos a ganar. Esa es otra irrealidad, en la vida real no ocurre.
“Yo conozco el paño”.
“Yo la tengo clara”.
“Siempre me fue bien”.
“Muchos fracasan, pero a mí no me va a ocurrir”.
Podemos conocer la cancha, a los dirigentes, a los periodistas, a mucha gente con influencias que "hable bien de nosotros" pero, si no tenemos nada para ofrecer, podemos fallar, más pronto que tarde y dejar expuestas nuestras debilidades y nuestras limitaciones.
Siempre soñando con trascender. Más allá del corto plazo.
Con posturas maduras. Con profesionalismo.
Superando los miedos y aceptando los limites, más allá de la zona de confort; siempre con actitud y talento para agregar conocimientos y habilidades. Invirtiendo toda la energía. Exigirnos para aprovechar nuestro máximo potencial.
Si partimos de la idea que no podemos fallar, que somos exitosos, que somos muy importantes, y con otras posturas soberbias e irracionales, seguramente no estamos entendiendo como se juega el partido.
No es lo mismo hablar del diablo que verlo venir.
La realidad transcurre de otra manera.
Aceptando cambios. Haciéndonos cargo.
Encontrando el sentido de lo que hacemos.
Prestando atención a quienes somos.
Con pasión, y con esa sensación de no poder dormir enamorados del proyecto que estamos construyendo.
Tenemos que aprovechar las oportunidades para ser “profesionales de la vida”.
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