¿En serio crees que vas a recibir ofertas para desarrollarte en alguna función para la cual no estás preparado?
¿Te van a otorgar responsabilidades para las cuales no sos la persona adecuada?
Ni en la vida real, ni en el teatro, ni en las películas, ni en las novelas de éxito es tan fácil que ocurra de esa forma.
Quizás tenga mayores probabilidades de ocurrir que, alguien al que conocemos, nos proponga una oportunidad para participar en un proyecto… y ahí comienza el examen de todos los días.
Se termina la teoría y empieza la práctica, donde tenemos que demostrar que estamos preparados para llevar adelante las propuestas deseadas, recibidas y aceptadas.
Una situación es el noviazgo, y algo diferente es la convivencia; y para esta nueva situación hay que estar preparado, el idilio se termina y hay que hacerse cargo.
Difícil que las cosas se presenten tan simples. Los hechos no se producen “porque si”.
La casualidad versus la causalidad.
Hace falta valor para decir: “deja que lo piense”, ó “me tengo que seguir preparando”; a todos nos gusta que nos tengan en cuenta; la oportunidad puede llegar en cualquier instante. Por eso el momento para empezar a formarnos es hoy.
El prepararnos para afrontar lo que hemos deseado. Ser valientes para avanzar y no darnos por vencidos pero entendiendo quienes somos, donde estamos, lo que se espera de nosotros, cuál es el proyecto en el que nos introducimos y lo que queremos ser cuando seamos grandes.
El punto de partida son nuestros objetivos y nuestros proyectos. Con estrategia para el mediano y largo plazo y planes para el corto plazo. Actitud, sumada a conocimientos, habilidades, experiencias; con control de lo que vamos realizando. Sin avanzar con la teoría del “vamos viendo”.
Focalizados en el desafío de crecer en el Segundo Tiempo.
Tomando decisiones que tienen efecto para adelante, nunca para atrás. Siempre importa él después, la vida nunca es el ayer.
Las decisiones no se toman en base de lo posible sino de lo probable…
