Los finales llegan. Sabemos que esto sucede.
No es verdad que seamos eternos. Pensando y manejándonos de esa forma NO vamos a poder “jugar en primera” siempre.
Si queremos seguir siendo “Titulares” hay que decidir hacerse cargo.
No nos paralizamos ante las crisis y siempre nos movemos, parando la pelota e intentando jugar la mejor jugada.
La pregunta es: ¿a qué nivel uno se engaña a si mismo?
Cuales puertas uno cierra y dice “esa puerta está cerrada con llave, ahí no entro, ni se entra mâs; entendiendo que esa etapa terminó”. A ese nivel podemos ser sinceros. Debemos serlo.
Pero más sincero podemos ser si entramos al escenario, o a la cancha; observamos y decimos: agradezco por esto. Analizamos y evaluamos si nos gusta el partido que sigue y cómo sigue. Nos cuestionamos y proyectamos. No creemos todo lo que pensamos, sin evaluar.
Vivimos situaciones controlables y otras que no lo son. Las etapas de la vida están signadas en nuestro pasado y en nuestro futuro. Trabajemos para que suceda lo deseado.
Llegar a un momento donde nos sentimos jugados.
¿Vale la pena?
¿Qué parte no entendimos?
¿A quién necesitamos demostrarle que somos exitosos?
No hace falta.
Prioridades. Entender la escena. Excusas se pueden pensar, decir y explicar siempre. Que “mis hijos lo necesitan”. “No quiero perjudicar a mi familia”. “No era lo que esperaba”… Los motivos no reales que queramos, porque siempre podemos ocultar la realidad.
¿Podemos tener temor al fracaso?
Si.
¿Podemos reconocer que no estamos preparados para otra actividad?
Si.
Lo que no podemos, ni debemos hacer es esperar el milagro. Los milagros, desde nuestro punto de vista, NO existen.
Estar convencidos que sin nosotros “no van a poder”, es un gran error. Imprescindibles sólo para nosotros mismos.
Los anillos que nos enorgullecen se mantienen cuando seguimos entendiendo que siempre hay alguien que sabe más que nosotros y que no con el discurso, sino con las acciones, nos colocamos en el lugar de quien aprende de los mejores.
¿Podemos seguir siendo “importantes”?
Claramente si, pero generando valor agregado, inspirando con el ejemplo, aportando desde la proactividad, no desde “el recuerdo de haber sido… y ya no ser”.
Los sueños están para perseguirlos. Si nosotros estamos bien, quienes están alrededor podrán contar con nosotros.
La crónica de un final anunciado está planteada por las circunstancias de la vida. El sueño para seguir construyendo y disfrutando es otra película. Ésta depende de nosotros.
“Una de las señales que nos acercamos a una crisis nerviosa es creer que nuestro trabajo es terriblemente importante” - Bertrand Rusell.
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