Vamos construyendo nuestra vida y a medida que todo avanza: siempre hay que tomar decisiones. Son esas elecciones que nos permitirán afrontar los desafíos que llegan.
Parar la pelota y evaluar cómo sigue el partido es fundamental. Ese café que nos tomamos para pensar: ¿qué queremos ser cuando seamos grandes?, sirve para racionalizar las elecciones.
Se toman decisiones con la información que se dispone, en vez de con la que se querría tener. Mucha gente vive en una perpetua búsqueda de todo dato posible y la utilizan como excusa para no decidirse.
Hay que saber cuándo se debe tomar una decisión. Solamente hay dos momentos para hacerlo, o demasiado pronto o demasiado tarde. Si vamos a cometer uno de esos errores, siempre es preferible tomar la decisión antes que después.
No es todo lo mismo.
La mayoría de los éxitos se consiguen tomando decisiones importantes y no intentando elegir entre muchas opciones nimias, opciones que no modifican nada y sólo generan un “siga, siga”.
Cuando llegan horas de cambios, paremos la pelota; analicemos racionalmente los caminos alternativos para protegernos en el desafío que tenemos planteado para lo que viene y busquemos el equilibrio emocional.
Hay situaciones que tomamos como obvias y no lo son. Siempre hay que hacerse cargo, depende de nosotros en una proporción interesante.
Los momentos que tenemos por delante son los mejores años de la vida.
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