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Writer's pictureEnrique Portnoy

ALADDIN Y LA LÁMPARA MÁGICA



Frotamos la lámpara y sale el genio.

¡Me cumple los deseos y ya está!

Y así es el comienzo del cuento.

Después la lámpara cae en poder del malo de la película y empieza el sufrimiento…, y ahora a recuperar la lámpara.

Un dato de color: “los deseos son solamente tres”. Ni uno más.

La casualidad de encontrar la lámpara y tener “la suerte” para que el genio “sea bueno” y nos ayude a volver a ser los dueños de la píldora del éxito, que sólo dura “tres deseos”.

No me capacito, aunque tengo claro que, algún día, esta etapa se termina.

Me pone contento haber tomado la decisión y que no la tomen otros por mí, lo analizo un tiempo y avanzo.

El momento llega, no es necesario situaciones puntuales, ni dolores, ni accidentes. Llega el momento que uno dice “se terminó”, incluye la sensación que tendremos libertad y mucho tiempo disponible.

Creyendo que tengo claro el panorama.

La experiencia adquirida en lo realizado, potenciada para lo que surja encarar.

Acompañando con la experiencia, esperando frotar la lámpara y que surja “el genio”.

Es una forma. Es diferente a lo que nosotros creemos que debe llevarse adelante. No creemos en esta clase de genios.

Trabajamos en la causalidad y sí aparecen “los milagros” no respaldamos que, con “tres deseos”, vamos a poder sostener muchos años la nueva etapa de vida.

Tomar decisiones disfrutando de la implementación y de lo que eso implica es nuestro mensaje.

El desafío es poder hacerlo bien.

Definición racional, dirección de lo que resolvimos y control durante el camino, para saber que lo que estoy transitando me conduce a superar los "tres deseos" y me permite seguir siendo “Titular del Segundo Tiempo” que queremos vivir.


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